Artículo por Cristian Soto Jáuregui
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Como todos sabemos, las organizaciones han sido creadas principalmente con fines económicos, o al menos eso ocurría desde el momento en que la humanidad ideó los mecanismos para la producción y comercialización de bienes y servicios dirigidos a satisfacer las necesidades de una población que crecía en número, pero que además evolucionaba y empezaba a comprender la importancia de la libertad para su desarrollo social.
En algunos países incluso, se consideraba que las decisiones de la administración orientadas hacia fines diferentes a la creación de beneficios financieros para sus accionistas estaban por fuera de su alcance constituyendo una falta mayor y, por lo tanto, los propietarios podrían iniciar acciones legales contra dichos administradores.
Por ejemplo, el hecho de que un gerente realizara inversiones dedicadas a buscar mejoras ambientales o sociales, cuando ellas no estaban contempladas en su objeto social y comercial podría ser el origen de conflictos complejos que podrían acabar con la carrera de los ejecutivos.
Este panorama se vivió en diferentes casos a través de la historia, como la demanda que recibió Henry Ford de los accionistas de Ford Motor Co (caso Dodge v. Ford Motor Co.) en 1919 al bajar el precio de los vehículos, planear una expansión que generaría más puestos de trabajo y por consiguiente haber disminuido el valor de los dividendos para ese entonces. Así como Ford, más recientemente, en el año 2000, la marca de helados Ben & Jerry’s debió ser vendida luego de múltiples conflictos legales enfrentados por la orientación de los fundadores a financiar obras sociales; la compañía fue adquirida por Unilever.
Una muestra de esta necesidad se hace evidente con el surgimiento de movimientos contemporáneos que han crecido en las últimas dos décadas, todos ellos con la orientación hacia la creación de valor compartido a todas las partes interesadas (stakeholders), pensados para hacer negocios de forma ética y sostenible. Algunos ejemplos de estos movimientos son el capitalismo consciente, la economía del bien común, la economía de la dona, las Benefit corporations, la certificación de empresas B, las empresas de Beneficios e Interés Colectivo (BIC), entre otras.
