Historia de la violencia en Colombia y su impacto social

Historia de la violencia en Colombia y su impacto social.
La violencia sigue siendo una herida abierta en Colombia. Hasta agosto de 2025, el país ha registrado 37 masacres, mientras que el asesinato de figuras políticas y líderes sociales se ha convertido en una tragedia cotidiana que afecta el alma democrática de la nación. El reciente homicidio del senador Miguel Uribe Turbay, durante un acto político, reaviva la memoria de un pasado violento que aún no hemos logrado superar.
Pero para comprender la crisis actual, es necesario mirar atrás y entender cómo la violencia se ha convertido en parte de la historia y la cultura de Colombia.
Una historia marcada por la violencia
La violencia en Colombia no es un fenómeno reciente; es el resultado de más de un siglo de conflictos políticos, sociales y armados que han dejado millones de víctimas y han moldeado la identidad del país.
1. La Violencia bipartidista (1948-1958)
El asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948 desató el Bogotazo, una ola de disturbios que se extendió por todo el país y marcó el inicio de una década de guerra civil no declarada entre liberales y conservadores. Este período, conocido como La Violencia, dejó más de 200.000 muertos y millones de desplazados, consolidando la idea de que las diferencias políticas se resolvían con armas.
2. Surgimiento de guerrillas y paramilitares (1960-1980)
La falta de soluciones políticas al conflicto bipartidista y la desigualdad en la distribución de tierras propiciaron el nacimiento de grupos guerrilleros como las FARC-EP (1964) y el ELN (1964), así como, más adelante, del M-19 (1970). Paralelamente, surgieron grupos paramilitares financiados por terratenientes y narcotraficantes, inicialmente como defensa contra la guerrilla, pero que luego se convirtieron en protagonistas de masacres y desplazamientos forzados.
3. La guerra contra el narcotráfico (1980-1990)
El auge del Cartel de Medellín y el Cartel de Cali transformó la violencia en una guerra contra el Estado y entre mafias rivales. Atentados, secuestros, asesinatos de jueces, periodistas y candidatos presidenciales marcaron la época. El asesinato de Luis Carlos Galán (1989) se convirtió en símbolo del poder corruptor del narcotráfico.
4. Intensificación del conflicto armado interno (1990-2000)
Durante los años 90, el conflicto armado se agudizó con enfrentamientos entre guerrillas, paramilitares y fuerzas del Estado. Las masacres, secuestros y desplazamientos masivos alcanzaron cifras récord. En 1999, la Masacre de La Gabarra evidenció la crudeza del control territorial de los grupos armados.
5. Procesos de paz y violencia persistente (2000-2016)
El gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010) impulsó la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), pero la aparición de BACRIM (bandas criminales) mantuvo altos índices de violencia. El proceso de paz con las FARC, firmado en 2016, redujo temporalmente las cifras de homicidios y secuestros, aunque el asesinato de líderes sociales se convirtió en una nueva tragedia.
6. La violencia en la era posacuerdo (2017-2025)
A pesar del acuerdo de paz, disidencias de las FARC, el ELN y grupos del narcotráfico siguen disputando el control de corredores estratégicos. El asesinato de líderes sociales y defensores de derechos humanos se disparó, así como las masacres y asesinatos políticos, como el reciente caso de Miguel Uribe Turbay en 2025.

Masacres en Colombia en 2025
Según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), en lo corrido del año ya van 37 masacres, con una incidencia alarmante especialmente en los departamentos de Valle del Cauca, Cauca y Antioquia.
En comparación, en 2024 se registraron 89 masacres, con un alto número de víctimas en Cauca, seguido por Valle del Cauca y Antioquia.
Estas cifras reflejan una violencia estructural que, a pesar de los acuerdos y procesos de paz, sigue golpeando con fuerza a las comunidades más vulnerables.
La muerte política: el caso de Miguel Uribe Turbay
El 7 de junio de 2025, durante un mitin político en Bogotá, el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay fue víctima de un atentado con tres disparos, dos de ellos en la cabeza. Tras más de dos meses en la Clínica Fundación Santa Fe, falleció la madrugada del 11 de agosto de 2025 debido a una grave hemorragia en el sistema nervioso central.
Su asesinato se convirtió en la muerte política número 97 en lo que va del año, un hecho estremecedor que evidencia una tendencia alarmante: la violencia dirigida contra la vida pública, que erosiona la confianza institucional y amedrenta la participación ciudadana.

La violencia como consecuencia de la intolerancia ideológica
Uno de los factores que alimenta la violencia en Colombia es la incapacidad de respetar las diferencias ideológicas. Desde la violencia bipartidista del siglo XX hasta los enfrentamientos políticos actuales, el país ha visto cómo las discrepancias en ideas, religiones o visiones de nación se transforman en ataques verbales, exclusiones sociales y, en demasiadas ocasiones, en agresiones físicas y homicidios.
Esta intolerancia no se limita a las élites políticas; se manifiesta en redes sociales, en el discurso cotidiano y en las relaciones comunitarias. El problema radica en que la confrontación reemplaza al diálogo, y la imposición sustituye al consenso.
Una violencia que atraviesa todas las escalas sociales
La violencia en Colombia no es exclusiva de zonas rurales o de grupos armados ilegales. Se vive en todas las escalas sociales:
- En las clases altas, a través de corrupción, manipulación política y crímenes de cuello blanco.
- En las clases medias, en la forma de violencia intrafamiliar, intolerancia ciudadana y polarización política.
- En las comunidades populares, como resultado del control territorial de bandas criminales, microtráfico y disputas por recursos.
- En entornos institucionales, mediante persecuciones políticas, censura y prácticas de exclusión.
Esto demuestra que la violencia no es solo un problema de armas o de regiones apartadas; es una forma de relación social que se ha incrustado en nuestra cultura.
¿Por qué la violencia se ha vuelto parte de nuestra cultura?
- Normalización: La repetición constante de hechos violentos genera una sensación de inevitabilidad en la población.
- Impunidad: La ausencia de castigo refuerza la percepción de que la violencia no tiene consecuencias.
- Violencia estructural: Más allá de las armas, existe una violencia cultural y simbólica que fragmenta el tejido social.
- Ausencia del Estado en zonas rurales: Grupos armados ilegales suplantan al Estado en muchas regiones.
- Herencia histórica: Generaciones han crecido viendo violencia como forma de resolución de conflictos.
- Intolerancia ideológica: La incapacidad de aceptar la diferencia política o social perpetúa el ciclo de agresiones

Conclusión y llamado a la acción
La violencia en Colombia es múltiple: aparece en los titulares por las masacres, pero también permea la cultura, erosiona nuestras instituciones y debilita la democracia. El asesinato de Miguel Uribe Turbay en 2025 no fue un hecho aislado, sino parte de una narrativa que exige respuesta colectiva.
No debemos permitir que la violencia siga siendo parte de nuestra identidad. La memoria histórica debe impulsarnos a romper este ciclo y a construir un país donde la vida, el respeto a la diferencia y el diálogo sean el centro de nuestra convivencia.
El compromiso de CEIPA con la paz y el diálogo
En CEIPA, rechazamos toda forma de violencia. Creemos firmemente que el camino hacia una sociedad más justa y pacífica se construye a través de la integración, la conversación entre ideas y saberes, y el respeto por las diferencias. Promovemos espacios donde el disenso sea una oportunidad de aprendizaje y no un motivo de enfrentamiento.
Nuestra misión es formar ciudadanos que puedan debatir, disentir y construir juntos, reconociendo que de las distintas posturas y conocimientos nacen las soluciones más sólidas para el país.
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- El sector tecnológico está en auge, con más de 60.000 desarrolladores activos en 2025.
- Los empleos mejor remunerados en el país están relacionados con ciencia de datos, ciberseguridad e inteligencia artificial, con sueldos que oscilan entre US$25.000 y US$60.000 anuales.
- Esto indica una clara transición del empleo tradicional hacia el empleo digital.
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