¿Debe la música ser responsable en la formación de las personas? La polémica de “+57” y el reggaetón colombiano.
La controversia del reggaetón y el fenómeno «+57»:En las últimas semanas, la canción +57 de los reconocidos cantantes de reggaetón colombianos J Balvin y Karol G ha generado un intenso debate. La canción, que se presenta como un homenaje a Colombia, ha sido aclamada por su ritmo contagioso, pero también ha levantado polémica por sus letras y el mensaje que transmite. Esta situación nos invita a reflexionar sobre un tema crucial: ¿Hasta qué punto la música y los contenidos digitales que consumimos deben tener una responsabilidad en la educación y formación de las personas?
La controversia del reggaetón y el fenómeno "+57"¿Qué dice la canción “+57”?
+57 es un tema en el que los artistas celebran el orgullo colombiano, mencionando varias regiones y aspectos representativos del país, como su cultura, comida, gente y lugares emblemáticos. Sin embargo, algunas personas consideran que la canción no solo tiene un enfoque festivo, sino que también presenta un contenido que podría ser interpretado como superficial, estereotipado o incluso irresponsable en cuanto a los valores que transmite.
La letra de la canción incluye referencias a la vida nocturna, el consumo de alcohol, el desenfreno y la cultura de fiestas que, para algunos, refuerzan estereotipos negativos sobre los colombianos y sobre lo que significa ser joven en el contexto urbano y moderno del país.
Este tipo de canciones no es algo nuevo en el reggaetón, género que ha sido acusado repetidamente de glorificar comportamientos hedonistas, como el consumo de drogas, la objetivización de las mujeres y una visión materialista de la vida. Sin embargo, la canción +57 ha llevado la discusión más allá, en parte por la popularidad de estos artistas y el peso simbólico que la canción tiene dentro del contexto social y cultural colombiano.
La responsabilidad de la música en la educación y formación
La música siempre ha sido una poderosa herramienta de expresión cultural, emocional y social. Desde sus inicios, ha reflejado los problemas, las alegrías y los desafíos de la sociedad. En muchos casos, la música se ha usado para protestar, para educar, o incluso para visibilizar cuestiones importantes que de otro modo podrían ser ignoradas.
Sin embargo, con el auge de géneros populares como el reggaetón, que tienen un alcance global, surge la pregunta sobre hasta qué punto los artistas deberían ser responsables por los mensajes que transmiten. Dado que la música, especialmente en géneros como el reggaetón, llega a audiencias masivas, muchas veces jóvenes que todavía están en proceso de formación, ¿deberían los artistas considerar el impacto de sus letras en el desarrollo social y educativo de sus oyentes?
El poder de la influencia cultural
A lo largo de la historia, se ha demostrado que los contenidos culturales tienen un gran impacto en la percepción de la realidad de las personas. La música, en particular, tiene un poder de influencia tan fuerte que puede modelar conductas, valores y actitudes.
En la actualidad, el reggaetón y otros géneros urbanos son responsables de la formación de identidades en la juventud. Si bien muchos celebran el reggaetón por su capacidad para dar voz a comunidades marginadas y representar una parte importante de la cultura latinoamericana, también hay quienes argumentan que sus letras a menudo refuerzan nociones tóxicas sobre la masculinidad, la feminidad y la vida urbana.
Por ejemplo, las letras que hablan de conquistas rápidas, relaciones superficiales o el consumo de sustancias no solo influyen en la forma en que los jóvenes perciben la vida, sino que también podrían incidir en sus actitudes hacia temas como el respeto, la igualdad, la salud mental o las relaciones interpersonales. Si bien no se puede responsabilizar exclusivamente a la música de todos los problemas sociales, es claro que tiene un impacto directo en la construcción de valores y la percepción de la realidad.
El dilema de la libertad artística vs. la responsabilidad social
Un argumento recurrente en defensa del reggaetón y de canciones como +57 es la libertad artística. Los defensores de este punto de vista argumentan que los artistas tienen derecho a expresarse libremente y que, al igual que ocurre con el cine, la literatura o cualquier otra forma de arte, la música no necesariamente debe ser vista como un medio educativo o moralizador.
En este sentido, muchos argumentan que la responsabilidad de educar recae en la familia, la escuela y la sociedad en general, y que los artistas simplemente están reflejando una parte de la realidad social que viven. De hecho, algunos alegan que el reggaetón, con sus letras provocadoras, está mostrando de manera cruda y honesta las problemáticas sociales de los jóvenes urbanos.
Sin embargo, otros defienden la idea de que, aunque los artistas no deban ser moralistas, sí tienen una cierta responsabilidad en la manera en que presentan la realidad. ¿Es correcto que, solo por ser arte, se minimicen las consecuencias que ciertas representaciones pueden tener en la audiencia? La pregunta sigue siendo válida: ¿Debe la música tener una responsabilidad en la formación y educación de quienes la escuchan?
La responsabilidad colectiva: Artistas, industria y oyentes
La solución a esta controversia no es simple. La música, como cualquier forma de expresión artística, es subjetiva y debe ser respetada como tal. No obstante, tanto los artistas como la industria musical tienen un papel importante en cómo sus productos se presentan y consumen.
Si bien los oyentes tienen la responsabilidad de elegir lo que consumen y de interpretar los contenidos de manera crítica, también es cierto que la industria debe ser consciente del impacto que sus producciones pueden tener en los valores de la sociedad. Los artistas, por su parte, podrían encontrar un equilibrio entre el arte libre y la creación de contenido que sea consciente de las implicaciones sociales de sus mensajes.
Conclusión: ¿Debería la música ser responsable?
El debate sobre si la música debe ser responsable en la educación y formación de las personas es complicado. Si bien la música es una forma de arte libre y subjetiva, también tiene un poder formativo y modelador en la sociedad. Las canciones como +57 nos invitan a reflexionar sobre los valores que estamos promoviendo y cómo las letras de las canciones pueden influir en la percepción de la realidad de los jóvenes.
No se trata de censurar, sino de encontrar un equilibrio entre la libertad creativa y la responsabilidad social. Como sociedad, debemos fomentar una educación crítica que permita a los oyentes discernir los contenidos que consumen, mientras apoyamos a los artistas para que, al igual que en otros ámbitos de la cultura, sus creaciones también contribuyan a la construcción de un futuro más positivo y responsable.
La música es una poderosa herramienta para formar ideas y emociones, y, como tal, debemos reconocer tanto su capacidad de entretener como su potencial para educar.